El proyecto Interacción Robot-Humano liderado por la investigadora Gema Benedicto, evalúa la utilidad de robots para el tratamiento del Transtorno del Espectro Autista (TEA). En el estudio participa la Universidad Miguel Hernández junto a la Universidad Politécnica de Cartagena y con la colaboración de la UNED y la Fundación para el fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio). Su finalidad es evaluar la eficacia de utilizar robots capaces de expresar emociones para el tratamiento de niños y niñas de entre 5-12 años con Transtornos del Espectro Autista (TEA).
El principal motivo de utilizar robots es la facilidad que ofrecen a la hora de relacionarse con niños. En concreto, para este estudio se está utilizando al robot Pepper que, debido a su parecido con un humano, al niño le supone una ventaja y le otorga confianza.
El director del Grupo de Neuroingeniería Biomédica y del Instituto de Bioingeniería, Eduardo Fernández, remarca que los niños interaccionan con los robots porque para ellos es como un juego, a la vez que destaca que el foco del proyecto no está centrado en los robots, sino en aumentar la motivación y las respuestas emocionales de niños con TEA para ayudarles a mejorar su socialización y capacidades de comunicación.
En esta investigación colaboran expertos en ingeniería biomédica, robótica, pediatría y neurorrehabilitación con la finalidad de ofrecer soluciones personalizadas y sistemas de ayuda a los profesionales que trabajan en este campo.
El robot Pepper, el mejor amigo de niños con trastorno del espectro autista